“¿Cómo un niño de 12 años que fue amado ferozmente por todos piensa que la vida es tan difícil que necesita alejarse de ella?”, comenta la madre de un chico de 12 años que decidió terminar con su corta vida a causa del frecuente bullying escolar. El bullying es uno de los factores de riesgo con mayor incidencia a nivel internacional, impulsando a niños jóvenes a pensar que la única salida es tomar medidas tan extremas como desaparecer.
En la adolescencia se vive una etapa de las personas muy vulnerable e inestable emocionalmente. Es una etapa donde los jóvenes tienden a comportarse irracionalmente buscando ganarse su lugar en un grupo. En un periodo de vida tan confuso, no es sorpresa que se vean los mayores porcentajes de hostigamiento, maltrato y acoso entre pares.
El bullying es una forma de discriminación premeditada entre personas, ya sea por sus características o su forma de vida que a largo plazo deterioran la convivencia y afectan a toda la comunidad.
A su vez, este tipo de maltrato es un fenómeno social que ha sido combatido desde hace años atrás pero que se sigue perpetuando. Los últimos datos del INJUVE señalan que 1.6% de los jóvenes reciben bullying de forma constante y 5.7% de forma esporádica en España. Paralelamente a crear un clima de acoso colectivo y de aislamiento, trae consecuencias negativas emocionales y psicológicas tanto a la víctima como una perspectiva normalizada de la violencia para el victimario.
Existe una gran variedad de tipologías de bullying, como puede ser físico, psicológico, cibernético u otro. Así como no tiene limitaciones en cuanto a su naturaleza o el entorno en que puede ocurrir, este tipo de acoso acarrea una multitud de consecuencias en el bienestar, desarrollo y la aplicación de los derechos humanos.
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¿Qué es el bullying y cómo se puede evitar?
El bullying hace referencia a un conjunto de comportamientos o conductas repetitivas y abusivas con la intención de infringir daño por parte de una o varias personas sobre otra que no se ve capaz de defenderse a sí misma. Este tipo de hostigamiento se ve más comúnmente en entornos escolares y en general pasa desapercibido por los padres, profesores o autoridades.
En las estadísticas de bullying más recientes se comenta que el rango de edad más común para las víctimas o victimarios es entre los 7 y 14 años. Las situaciones de bullying pueden darse cara a cara o a través de las redes sociales, no se limitan al recinto educativo o laboral de la víctima. A su vez, las acciones abusivas pueden constituir insultos, humillación psicológica o emocional y hasta agresiones físicas de mayor gravedad.
Las personas con autoridad funcionan como un ente preventivo e informativo en los entornos en que pueda ocurrir el bullying. En referencia al espacio escolar, el profesor o autoridad en el aula deben cumplir un papel fundamental. Ellos son los encargados de disciplinar a los jóvenes y mediar en situaciones de tensión en las que se pueda observar este tipo de conductas violentas. El representante debe brindar apoyo a los niños, como consuelo y consejos para pedir ayuda. Así, resulta positivo enseñarle a los más pequeños estrategias para protegerse, para alejarse y alentarlos en esos momentos.
Entre las maneras para evitar el acoso, la persona autoritaria puede ayudar a las personas del entorno a entender qué es el bullying, cómo enfrentarlo de manera correcta y asegurarles a las potenciales víctimas que hay formas de pedir ayuda. Paralelamente, es fundamental mantener un canal comunicativo abierto y conocer las dinámicas del entorno que se está supervisando.
La educación como factor protector
Para los más jóvenes, la información es un recurso muy importante. Es responsabilidad de los adultos enseñarles a los niños a identificar una situación y la manera ideal de manejarla.
A pesar de que es complicado asegurar que se pueda prevenir y evitar una situación de bullying, existen acciones educativas como campañas, charlas y concientizaciones sobre salud mental que se pueden llevar a cabo para instruir a las personas. Los especialistas en el área respaldan que la manera más efectiva de prevenir el bullying es mediante una intervención simultánea de los individuos, el entorno familiar y la institución educativa o empresarial.
Mayormente para los más jóvenes, hay que enseñar que sufrir bullying no es una situación de la que se deba estar avergonzado. Esta es una postura fuera de su control, por lo que se debe escuchar activamente y ganar confianza en la temática para intentar llegar a una solución plausible. El empoderamiento de la víctima con bases de terapia psicológica es un recurso fundamental para la prevención del maltrato.
A medida que la edad de la víctima aumenta, las reacciones a la situación de bullying varían. Para víctimas más adultas, las reacciones iniciales a la situación de bullying son de naturaleza pasiva y con falta de respuesta debido a que se supone la posibilidad de que sea un problema transitorio y prefieren evitar las dificultades con la empresa al denunciarlo. Estos comportamientos son los que refuerzan al acosador y hacen persistir sus acciones.
En lo que respecta al entorno laboral, el maltrato o acoso en este escenario se le denomina ‘mobbing’. Este ocurre con mayor frecuencia de la que se imagina. En estos casos, los acosadores suelen escoger víctimas que no puedan alzarse o defenderse ante ellos y que no suelen compartir estos problemas con compañeros laborales. A diferencia del acoso escolar, la mejor manera de evitar el mobbing es cortándolo de raíz de forma activa y pública.
Causas y consecuencias del bullying
No existe una causa única que logre explicar la razón por las cuales el victimario decide actuar de la manera en que lo hace. Generalmente, las personas que llevan a cabo este comportamiento cruel provienen de familias igualmente abusivas, hogares disfuncionales y con presencia de violencia. A raíz de este entorno, los motivos que impulsan el bullying pueden deberse a temas como la envidia, reclamo inconsciente de afecto, repetición o falta de empatía.
Por otro lado, el clima educativo también puede funcionar como un catalizador del bullying. Es decir, las probabilidades de hostigamiento tienden a aumentar en instituciones donde la disciplina es muy estricta y rígida en las que se impide la correcta comunicación. O por el contrario las instituciones sin ningún tipo de orden establecido.
El hostigador o victimario recibe el nombre de bully y realizan el maltrato en lugares relativamente públicos pero discretos hacia las autoridades. El perfil general del bully varía según el entorno de la persona, sin embargo, se repiten ciertas características. Por ejemplo, suelen ser personas con personalidad agresiva e irritable, ausencia de empatía y control, físicamente fuerte, antecedentes de disfuncionalidad familiar y tendencia a conductas amenazantes y violentas.
Existe una multitud de estudios que han examinado las consecuencias directas del bullying, reflejando a las víctimas como las más afectadas en este escenario. Los efectos negativos más comunes son desarrollo de trastornos psicológicos, bajo rendimiento, desajustes psicológicos y abuso de sustancias.
El triángulo del bullying
En lo que respecta a los efectos sobre el agresor o bully, se observa un incremento en la actitud positiva hacia la violencia. Por ejemplo, aparición de conductas delictivas, agresividad, depresión, ansiedad, intolerancia, baja tolerancia a la frustración, bajo rendimiento y no cuentan con objetivos para el futuro.
Por otro lado, las víctimas del bullying reflejan consecuencias en cuanto a alteraciones del estado de ánimo, depresión, baja autoestima, ansiedad, aislamiento, bajo rendimiento y hasta trastornos de tipo psicóticos, del sueño y esquizofrenia. Un estudio realizado demuestra un efecto positivo entre el riesgo genético a enfermedades mentales y la probabilidad de sufrir acoso y experiencias psicóticas.
Dentro del triángulo del bullying existe un último individuo: el espectador. Estos sujetos también pueden sufrir consecuencias directas al ser expuestos a situaciones de bullying en su entorno como la normalización de la violencia, el individualismo y la legitimación de los abusos. Las cifras demuestran que del 70% de personas espectadoras, solo el 30% intenta intervenir.
Todos los participantes activos y pasivos en el acto de bullying sufren secuelas psicológicas y conductuales negativas que terminan incidiendo en su calidad de vida y la de las personas que los rodean. Siendo una problemática tan extensa, la presencia de recursos informativos y el apoyo terapéutico son de los pocos factores protectores que resultan positivos para las personas involucradas.
Diferencias entre el bullying escolar y el bullying en el trabajo
Hoy en día existen muchos tipos de escenarios donde pueden surgir situaciones de acoso, siendo una de las instituciones más vulnerables la educativa. El bullying escolar consiste en la práctica de actos de naturaleza violenta e intimidatoria constantes y sistemáticas sobre un compañero de clase. Generalmente, la finalidad del bully es agredir y hacer sentir mal e insegura a la víctima para lograr entorpecer su experiencia y rendimiento en clases.
En muchas ocasiones, los niños y jóvenes no se sienten capaces de compartir con sus padres y profesores que están sufriendo bullying en clases. No obstante, existen ciertos tipos de conductas que las víctimas pueden estar presentando. Por ejemplo, un cambio en el humor del niño donde busca evitar ir a la escuela; ir a ciertos lugares o encontrar ciertas personas sintiéndose inseguro; o llorando más a menudo.
Puede que el niño exhiba cambios físicos y de salud como mayor frecuencia de enfermarse, lesiones que intente ocultar y pérdida de control corporal. Paralelamente, los cambios más explícitos son los referentes a su personalidad, su conducta y rendimiento. Los niños víctimas de bullying suelen presentar un decremento en sus notas académicas, se aíslan de amigos y familia, pueden denotarse más retraídos o agresivos y muestran cambios involuntarios en su rutina diaria como al dormir o en las comidas.
Los niños y jóvenes se encuentran en un periodo transitorio en el desarrollo de su individualidad. Por este motivo es que los padres, profesores y autoridades tienen la obligación de velar por su seguridad y proteger sus sentimientos. Es importante reafirmar a los jóvenes la utilidad de la comunicación; así como enseñarles a canalizar sus emociones positivas y negativas con actividades didácticas en lugar de transmitirlas de forma indebida, como en venganza.
El mobbing
A pesar de que el bullying en un entorno educativo es uno de los más discutidos en los medios, los actos de hostigamiento también pueden encontrarse en el entorno laboral. El bullying laboral o mobbing son acciones de violencia psicológica sistemática y recurrente en el trabajo por parte de subalternos o superiores durante un largo plazo de tiempo.
La principal diferencia entre el bullying escolar y el laboral recae en las acciones del acosador. El bullying en un entorno educativo se refleja más frecuentemente con conductas físicas violentas. Por otro lado, los acosadores en un entorno laboral se conducen de maneras más sutiles y de índole psicológica. Tienen la finalidad de no dejar evidencia del maltrato y reflejar a la víctima como un empleado incompetente.
Recurrentemente, el bullying laboral es confundido con el síndrome de Burnout, sin embargo, no representan el mismo fenómeno. Por su parte, el síndrome de Burnout ocurre debido a que las características inherentes a la profesión generan una gran demanda emocional sobre el empleado.
Las consecuencias de ambas modalidades de bullying también son similares, en referencia al deterioro en la autoconfianza y autoestima de la víctima, trastornos del sueño, ansiedad, desarrollo de un sentido de culpa, bajo rendimiento, agresividad, retraimiento, entre otros. De igual manera, el bullying puede causar futura incapacidad de la víctima a volver al entorno laboral o escolar luego de la salida forzada de ellos. Su recuperación puede tomar un largo tiempo, y consecuentemente puede que no recuperen la capacidad de trabajo.
¿Cuántos tipos de bullying hay?
El bullying es una ramificación de conductas agresivas que se caracteriza generalmente por los criterios de intención hostil, desbalance de poder y repetitividad por un periodo de tiempo. Asimismo, existen diversas formas en que este comportamiento puede representarse, variando entre el nivel de sutileza o de agresividad de las acciones.
El bullying psicológico
Uno de los primeros tipos de bullying es el psicológico, donde se ataca a la autoestima de la víctima y se intenta influenciar una sensación de terror en ella. Generalmente, el acosador mantiene una conducta persecutoria, manipulativa y amenazante hacia la víctima y subsecuentemente aumentando su nivel de indefensión. Este tipo de maltrato suele ser uno de los más difíciles de detectar ya que los victimarios aseguran que suceda a espaldas de las autoridades.
De tipo verbal y social
Otra vertiente de bullying con iguales consecuencias psicológicas es el de tipo verbal. Se caracteriza generalmente por insultos, apodos, desprecios, ataque a defectos de la víctima, entre otros. Usualmente es más utilizado por las adolescentes. Igualmente, el bullying de tipo social se enfoca en el intento de aislamiento directo o indirecto de la víctima del círculo social.
Tipo físico y sexual
De la misma forma, uno de los tipos de bullying más sensibles es el de índole sexual. Las acciones y conductas del abusador giran en torno a la sexualidad de la víctima; con contacto físico no deseado, forcejeo y comentarios inadecuados como sobre su orientación.
Paralelamente, el otro tipo de maltrato a partir de conductas corporales es el bullying físico. El acoso físico es uno de los más comunes y sobre todo entre chicos. Incluyen golpes, robo de pertenencias, empujones y peleas entre varios agresores contra una sola víctima.
Ciberbullying
Con el mayor rango de visibilidad y alcance, se hace referencia al cyberbullying o bullying cibernético. Este tipo de acciones humillantes es muy grave y complejo, ya que el abusador puede procurar su anonimato en los ataques. Se puede manifestar mediante la publicación de imágenes privadas o fotomontajes, información perjudicial o perfiles falsos de la víctima. Así como violación de la intimidad, robo de datos y circulación de rumores dañinos a través de medios telemáticos.
La importancia de la educación acerca de las características y prevención de las situaciones de acoso es responsabilidad de cada comunidad. Las campañas deben concientizar a las personas del impacto de la problemática del bullying que ha llegado a ser naturalizada en diversos entornos para frenar esta violencia.
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